No, señores.
La píldora no liberó a la mujer. ¿El derecho al trabajo?, juaz!, paparruchadas.
¿La libertad sexual?, pura cháchara de algunos degeneraditos.
La Prensa Obrera del Vaticano, el Osservatore Romano, conmemoró el Día Internacional de la Mujer,
publicando un artículo de antología
:
"¿Qué fue lo que hizo más para la liberación de la mujer occidental en el siglo XX?", pregunta el artículo, escrito por una mujer.
"El debate está caldeado. Algunos dicen que la píldora, algunos que el derecho al aborto y algunos ,que el derecho a trabajar fuera de casa. Otros, sin embargo, osan ir más allá: el lavarropas", responde.
Hay una pregunta que viene rondando la cabeza de este Comando, o del integrante que les escribe, y que teme no caer en un machismo bobalicón que no profesa. Este humilde servidor es incapaz de entender a los asistentes a misa. No entiende a los que van a la mañana, por perderse un placentero domingo mañanero recuperándose de la resaca; ni entiende a los que van a la tarde, perdiéndose de escuchar los partidos, o verlos, o ir a la cancha, o hacer cualquier otra cosa mejor. En definitiva, este cronista no entiende qué motivos hacen que la gente pertenezca a semejante institución, haciéndose cómplice sin comerla ni beberla.
Pero hay algo que no me entra en la cabeza. ¿Qué sentimiento masoquista motiva a las mujeres en especial a pertenecer a una institución que las degrada, las humilla, las pone en un lugar absolutamente secundario?
Repaso rápido: para pertenecer oficialmente a la institución, el lugar más alto al que aspiran es a una ignota monja, ni la posibilidad de subirse al estrado y decirles cosas a los fieles como sacerdotas. Ni pensar en ser una Papa.
La Biblia las acusa de los peores pecados. El mandamiento no desearás a la mujer del prójimo las igualaba con "sus bienes, sus esclavos ni su mula". La mujer se comió la manzana que nos echó del paraíso y nos trajo a este mundo recalentado.
Y, sin embargo, uno ve iglesias llenas de mujeres. Lejos de ser una pregunta machista, este cronista del Comando reivindica el rol de las mujeres en todas las instituciones. Y si no les dan cabida en la Iglesia, vengan para el lado de los infieles. Que ante los ojos del ateísmo, somos todos iguales.