martes, 16 de junio de 2009

Cristo Vence

La niebla parecía ser aliada del gobierno. Recién a las 10,30 despegaron los aviones de Puerto Indio. A las 12,45, Néstor Noriega arrojó las primeras dos bombas sobre la Casa Rosada. En tres oleadas separadas por intervalos de horas se arrojaron sobre la Ciudad de Buenos Aires 14 toneladas de bombas, la mitad de las que se utilizaron para destruir Guernica en la Guerrra Civil Española.

Fue el bautismo de la aviación militar argentina. Llevaban pintado en sus fuselajes la leyenda “ Cristo vence”. (Acá).


La Iglesia cómplice:

Cada cañón y cada pieza de artillería de las que han actuado en la liberación, llevaba en el desfile la insignia generalizadora de la resistencia católica: Cristo Vence.

Porque esta no ha sido una revolución, sino una liberación, porque esta ha sido una cruzada, no un cuartelazo, porque ha sido un movimiento de hombres libres y no de mercenarios de una ambición; la insignia nos recordaba a la Cruz que dio a Constantino la victoria, y con la victoria, la paz a los cristianos. Esta misma Cruz fue la que inició la Europa Occidental; la misma Cruz que civilizó a los bárbaros, la misma Cruz que trajo España a América, la misma Cruz que dio a nuestros tiempos y a los tiempos viejos cuanto tienen de hidalguía, de virilidad, de reciedumbre, de fortaleza y de rectitud.

Esta Cruz no estaba mal en los cañones, porque sus brazos estaban abiertos para todos, porque si su vertical se erguía como la decisión que da la victoria, su horizontal contenía a todos en una fraternidad cierta y en un futuro hondo.
Esa Cruz de la Victoria es el símbolo definido de la liberación sin odios, de la unión sin pasiones, del futuro sin rencores, de la inspiración cristiana de esta Patria que acoja a hombres de todos los credos, pero no renuncia ni renunciará al suyo.

Fuente: Revista "Tribuna".


jueves, 11 de junio de 2009

El Comando está triste


El Comando no leyó el fallo.

El Comando solamente se pregunta cuánto tuvo que ver la sotana. Se pregunta cuántos "delincuentes comunes" tienen semejante presunción de inocencia que los acompañe, incluso, cuando ya tienen sentencia.

El Comando se pregunta dónde está la indignación de la gente bien con el garantismo de un juez que permite ingresar a un violador a una institución que alberga niños.

El Comando se pregunta si no siguen existiendo prerrogativas, ya no de sangre, sino de oficio: el Comando se pregunta cuánto hubiera tardado C5N en calificar de violador a un acusado que labure de, ponele, remisero.

El Comando sigue sin entender por qué una sotana implica algo, un valor positivo, como si no fuera el punto cúlmine del paso por una institución, la capacidad de adquirir tres o cuatro pasajes de un libro de memoria y repetirlos todos los domingos.

El Comando está triste. El Comando está triste porque en la Argentina de Ginés, los curas siguen siendo privilegiados.